31 de diciembre de 2012

Mañana

Existe un mañana esperado, que no venido, en el que conviven tequieros adormecidos sabiéndose cazados por pupilas estremecedoras, que no estremecidas; en el que pasean sonrisas con iris en los que posarse; en el que perdidas lágrimas vagabundean confusas entre abrazos y miradas, entre miradas y sueños; en el que no siento la necesidad de besarte robándote el aroma y guardándolo para mí, entre mi memoria y mi corazón. Existe un mañana que no llegará nunca, por más que tus sueños sueñen guiarte hacia él. 

Yo tuve una vez un mañana que era nuestro. No necesitábamos permiso para reír y bailar, para cantar y saltar. Lo tuve una vez pero dejamos de tenerlo. Aquellas risas y bailes, nuestras canciones y saltos fueron escondidos por un mañana nuevo, mío pero no tuyo, quizás tuyo pero no mío. Nos lo arrebató un mañana diferente. 

Yo tuve una vez un mañana que era real. Solo era cuestión de tiempo: segundos, minutos, horas, días... tiempo, solo tiempo. Un mañana que nunca fue hoy, un mañana que nunca fue ayer.

Y así, tus primeras palabras quedaron sin eco, tus primeras carcajadas sin oídos que habitar, tus llantos sin abrazos que te calmasen.

Hoy tengo muchos mañanas diferentes esperando ser elegidos. Lo sé. No me equivocaré. 

Nochevieja siempre fue ayer.
¡Feliz 2013 a todos!
Lunes, 31 de diciembre de 2012

28 de diciembre de 2012

Inocencia virgen

Cada caminar es tuyo. Cada sonrisa te pertenece. Cada despertar batalla mil y un puñales de vidas descosidas y asoladas, donando ilusión de quien puede ofrecer alma virgen a cambio de nada. Cada abrazo aguarda turno en el escondite de los deseos que habitan ilusiones.

Me miras y "papá besito" me dices sin comprender aún que me devuelves la vida en apariencia finiquitada, sin entender que mi aire depende de ello. "Y todo, como quien no dice nada".

"Que nadie te enseña a envejecer, me dice,
como si sus palabras redundaran en vacío,
como si nada dijera,
a sus ochenta y seis años (...)
Que es imposible morir sin cicatrices.
Imposible, amar sin llanto.
Porque vivir es amar, y amar, dolor y sueño (...)".
Poema: Mi abuela.
AQTC - Libro 1: Pues el tiempo no para.
Martín Lucía. 2012


"Yo te quiero a ti un millón"
Viernes 28 de diciembre de 2012

15 de diciembre de 2012

Mi niña guapa, mi niña rubia.

Algunos días pasan y otros se recuerdan.

Algunas sonrisas vuelan y otras se posan.

Todos los abrazos nacen, pero solo algunos se hacen infinitos. 

Todas las caricias provocan, pero solo las genuínas se graban entre vellos erizados.

Todos los besos viajan, pero solo algunos se comparten. 

Muchas miradas hablan, pero solo algunas lo hacen de sentimientos certeros, con el corazón convertido en pupilas, con las pupilas convertidas en corazón.

Las lágrimas brotan, seguro, de ojos humedecidos, pero solo unas cuantas de ojos sinceros que calman la emoción soñada.

Todos los latidos suenan a vida, aunque solo algunos redoblen a compás.

Cada anochecer despliega colores variopintos, mientras solo unos cuantos ocasos permanecerán en lienzos que decoren emocionadas vidas.

Aquel 15 de diciembre de 2010 será recordado siempre por sus sonrisas posadas, sus abrazos infinitos, sus caricias genuínas grabadas entre vellos erizados, sus miradas que hablan con el corazón, sus latidos que redoblan a compás... 

Y todo bajo un anochecer de postal.



Paola, 2 años dándonos vida. 
Sábado 15 de diciembre de 2012 

14 de diciembre de 2012

Lo que dura el duelo

Siempre  la veo especialmente guapa en el cine. Me gusta mirarla. Me gusta la realidad que me devuelve. Aquella noche la miré, como siempre. La belleza era triste. Sus ojos volaban. "No deberíamos estar aquí, debíamos haber tardado mucho en regresar al cine", me dijo con lágrimas guardadas, que no escondidas. 

Era la primera vez que volvíamos al cine tras la muerte de Samuel. ¿La película? Cualquiera valía. Era otra de esas tareas obligadas, tareas con ganas vacías e importancia llena. Obligación contraída con nosotros y con nuestro hijo, firmadas en aquellas últimas sonrisas más llenas de paz que de tristeza. Permiso para vivir, para elegir vivir, para sonreír sin su presencia. Deberes para ir haciendo. 

No es fácil todo lo nuevo, pero llega. El duelo dura lo que tardas en hacer viejas cosas de siempre con la nueva tristeza contraída, con la ausencia venida, con el aire ocupando espacios que antes ocupaban sonrisas, imágenes y abrazos en clave de amor regalado, de amor por regalar. 

El tiempo dolido debe ser vencido por el tiempo doliente. 

A pocos días de un día especial.
Viernes 14 de diciembre de 2012

7 de diciembre de 2012

Déjame siempre como hoy me dejas

Es simplemente eso, esposa: disfrutar tu sonrisa, verte guapa ante el espejo de unos ojos ajenos, olerte como se huele una tostada al amanecer de un frío lunes de invierno. Se trata tan solo de nombrarte como supe que te nombraría, de quererte también como tan bien supe que te querría. 

Porque me gusta llorar tus lágrimas como si mías fueran, hacerte reír con aquellos chistes usados, cantarte al oído como soñé mientras me pierdo entre brasas que realzan la perpetuidad de tu cuerpo deseado.

¿Y si me siento a recordar cómo algunas palabras de amor viajaban de corazón a entrañas, de labios a oídos, de almohadas a sueños, de vida a corazón preguntándose el camino? Entonces me descubro sonriendo cuando me miro en un cristal imaginado. Volar a tu lado asido por todo lo construido, sabiendo que volar es andar con la imaginación, que imaginar es quererte en el futuro, que recordar es quererte en el pasado, que amar es quererte como hoy te quiero. ¿No es acaso eso?

Déjame desear morar cada rinconcito que huele a ti, cada escondite que volver a olvidar para volver a descubrir. Deja que te dedique nacidas palabras de amor. Déjame, esposa, dejar claveles, donde tú dejas tus pasos, para no dejar de quererte, por más que pasen los años (Martín Lucía). Déjame siempre que lo haga todo, como hoy me dejas.


 

Cualquier día a cualquier hora.
Viernes 7 de diciembre de 2012.

5 de diciembre de 2012

Todos los días debo elegir.

Hoy me descubro sorprendido. Me recuerdo en noches eternas de verano con miedos, angustias y llantos de compañero fiel. Mañanas de presente sin pasado y con futuros diseñados en gamas de millones de colores. Pitidos intermitentes inauditos. Teléfonos que preferíamos no descolgar. Bonito y deseado silencio.

Hoy me acuerdo de que aquella mañana tuvimos una única opción: ser fuertes. 

Ahora entiendo que esta mañana, cuando me levanté, también tuve que serlo... como lo seré mañana. He vuelto a elegir. Y es que, como dice el dicho, no sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es la única opción.
 
Sin bajar la guardia.
Lunes 05 de diciembre de 2012