22 de abril de 2011

Hoy quiero recordar caricias que no se llevó el viento...

La vida está llena de momento diseñados para ser vividos, sentidos. Caricias que al compás de un tres por cuatro adornan tu vida con más importancia de las que en el momento justo supiste darles.

Y hoy la lejanía relativa de aquellos sentimientos te despeja las retinas y te advierte detalles demasiado pesados para ser apartados por cualquier viento pasajero.

Es entonces cuando revives en tercera persona lo que un día sufriste en segunda. Y es ahí donde la tempestad se vuelve calma y tus ojos descifran el jeroglífico de sentimientos que tu corazón no atinaba a agasajar. La tristeza era demasiada tristeza para caber en corazones humanos. Todo lo demás caía desbordado como el agua del primer vaso que llenamos cuando niños. Simple cuestión de espacio y tiempo.

La mirada va de un lado a otro mientras el corazón se queda. Las palabras juegan con las esquinas del viento mientras la tristeza cae con aplomo, como ancla en suelo marino.

Y ni siquiera en esos momentos sentí frío...

A mi madre,
que siempre tiene la manta preparada.
Te quiero mamá.
Sábado (santo) 23 de abril de 2010

21 de abril de 2011

¿Palabras para todo?

Lo cruel es la sensación de que el tiempo te obliga a olvidar y tú no quieres hacerlo. Lo verdaderamente cruel del aquí y ahora es que el tiempo pasa e irremediablemente empiezas a sentirte mejor y empiezas a llenar tu vacío con nimiedades propias de otras vidas. Pero tú no quieres.

Lo cruel es darte cuenta de que a veces, más de cuatro veces, pasas un ratito sin recordar un olor, sin evocar alguna sensación de antaño, sin volver a sentir la felicidad antigua o el desconsuelo presente. Y te duele. Y te preguntas si no estás olvidando más de lo necesario, si no debieras resentir más de lo que resientes, sentir más de lo que sientes.

Es difícil vivir con la necesidad de estar más triste de lo que estás por miedo a poder traicionar el recuerdo de tu hijo. Sé que merecemos la felicidad más que nadie. Y me lo repito diariamente. Pero cuando llega, a cuentagotas, no la siento en todo su esplendor porque tengo el alma esposada, seguramente, por mí mismo.

Y es que quizás el problema sea más sencillo que todo esto. Tal vez, sea cuestión, simplemente, de dejar fluir y no buscar palabras para todo. Y reír cuando el cuerpo te pida reír, y llorar cuando el alma te pida llorar... ¿Pero qué hacer cuando el cuerpo te pide reír y el alma te pide llorar a la vez? ¿Puedo reír? ¿Debo reír? ¿Puedo llorar? ¿Debo llorar? ¿Me pongo límites?

Es difícil vivir en el alambre de los sentimientos sin resbalar siquiera.

Espero no volveros locos. O al menos, no definitivamente.


Hoy es un día
(senti)mentalmente lluvioso
Jueves Santo 21 de abril de 2011

18 de abril de 2011

Mi Luna

Ayer noche me asomé a la ventana y busqué la Luna. Allí, esperaba encontrar algunas respuestas a tantas preguntas inevitables. Pero mis labios susurraron verdades sin encontrar oídos interesados.

Esta noche me he sentado en el bordillo de mi casa y he vuelto a mirar la Luna. Mis ojos buscaban colores alegres, pero mis ojos encontraron pupilas avergonzadas escondidas entre paisajes en blanco y negro.

Mañana me sentaré en mi butaca y esperaré aparecer, de nuevo, la Luna. Mi corazón, entonces, buscará consuelo y alivio entre cristales punzantes. Y la Luna decidirá si acudir a su cita o no. Es ella la que siempre decide.

Porque yo, todas las noches, estaré esperándote Luna. Quiero, necesito, ver tu lado oculto. Estoy convencido de que ese es el único lugar en el que no existen toboganes sin niños.

Algo tendrá la Luna, 
cuando todo el mundo la mira.
Lunes (santo) 18 de abril de 2011


11 de abril de 2011

Entre dos... mundos.

Es difícil vivir en presente. Muy complicado. La vida vivida y la vida por vivir hace muy complicado pensar en la vida que vivo, que vivimos mi mujer y yo. Porque la vida que vivimos se sitúa entre dos mundos: uno que se fue y otro que vendrá. Dos mundos imaginarios, porque no existen. Ni uno, ni otro. Existieron y existirán, pero no existen.

De uno tenemos imágenes, olores, vida vivida, sensaciones, sonidos, sonrisas y lágrimas, llanto, dolor, alegría, pena. Tenemos recuerdos.

Del otro no tenemos nada; solo, vida por vivir.

Pero ambos marcan nuestro presente. Ambos nos modelan y moldean. Ambos decoran nuestro aquí y ahora. 

Luchamos por no vivir lo que fuimos, por no vivir lo que seremos. Luchamos por vivir lo que somos. Y no dejar pasar. Entendemos que lo más importante del camino no es la salida ni la llegada. Es el camino en sí, más aún cuando el camino es de un solo sentido y sin paradas. Pero es muy difícil, dificilísmo, porque cuesta mucho esfuerzo quedarse en la tristeza cuando se escuchan cantos de sirenas felices a todas horas. El pasado nos llama a voces. El futuro se presenta sin avisar, casi sin dar opciones. ¿Cómo quedarse en el vacío de un presente sin vida? ¿Cómo elegir la hiel, entre mieles y azúcares? Tuvimos un pasado feliz y esperamos un futuro pleno. ¿Cómo pedirle a tu corazón que se quede en la oquedad del instante que vive?

Por eso necesitamos de todos. De toda nuestra gente. Porque necesitamos mucho presente a nuestro alrededor. Muchas historias cotidianas. Muchas cosas con poca importancia, que nos devuelvan a la vida y que no nos permitan deambular por mundos huérfanos. Una comida familiar para hablar de cosas menos importantes, un cafelito con nuestra gente necesaria, un sábado con los amigos de siempre. Es solo llenar el presente, aunque sea un poquito. 

Claro que sí. Claro que hay licencia para recordar. Claro que hay licencia para imaginar. Pero sabiendo que recordamos y que imaginamos.

Estad tranquilos. Lo llevamos bien, porque somos los más afortunados del mundo. Nos lleváis en volandas, dejándonos el espacio que necesitamos. Sabemos lo duro que es esto para todos vosotros, también. Imaginamos lo difícil que debe ser para todos los que nos rodean; la de preguntas que debéis haceros, propiciadas seguramente por nuestra forma hermética de ser. No es nada personal, simplemente, somos así.

Pero no lo dudéis, gente. Lo estáis haciendo de puta madre. Estamos todo lo bien que se puede estar en esta situación, en gran parte, gracias a todos vosotros. Padres, madres, hermanos, cuñados, familia y amigos; seguid ahí y así. Pronto volveremos a ser los de siempre. Pronto nuestra vida será menos pasado y más presente con destellos felices de imaginación. Solo es cuestión de tiempo y paciencia. Sabemos que la tenéis, por eso, quizás, abusamos de ella.

Besos a todos.
Os queremos mucho, 
os necesitamos mucho.
¿Cómo no?.
Lunes, 11 de abril de 2.011

8 de abril de 2011

Valentía

Todos coincidíamos. Las cuatro personas que estábamos en aquella estancia lo teníamos claro. Cualquier sentimiento diferente a la tristeza hubiera sido demoledor. 

El embarazo de Samuel fue tan feliz como cualquier otro. No sabíamos de su cardiopatía. En ninguna prueba nos detectaron nada. Fue al tercer día de vida. Y hoy nosotros, con la calma del tiempo como aliada, nos alegramos que así fuera. Porque esto nos dio la posibilidad de vivir un embarazo extraordinario. Tan ilusionante, esperanzador, largo, tierno, preocupante..., como el de cualquier otra pareja primeriza. Dos vidas invertidas en nueve meses. Imaginen.

Y es que cualquier noticia no hubiera cambiado nada. Simplemente, nos hubiera amargado la existencia. Porque ni siquiera hubiera servido para prepararse. No existen entrenamientos para sentir menos desgarro por la muerte de tu hijo.

Porque jamás hubiéramos tirado por la calle de en medio. Para eso, el médico nos tendría que haber dicho que no había ninguna posibilidad de que nuestro hijo sobreviviera. Con solo una, se hace obligatorio luchar. Nunca el egoísmo de unos padres debe negar las posibilidades de luchar a su hijo. El miedo a sentir tristeza, a que tu vida se desmorone, no debería nunca tomar una decisión tan trascendental. Eso es de cobardes. Y de injustos. Y de inhumanos.

En ningún momento hablo de asuntos religiosos. No creo que eso tenga que ver. No hablo de no cortar un embarazo por esos motivos. Hablo, escribo, de tener miedo al futuro porque no es tan colorido como esperaba. De eso hablo, sobre eso escribo.

La tristeza de perder a Samuel es inmensa. El vacío que queda en tu pecho no puede entenderse si no lo has vivido. Pero todo eso, de alguna forma o de otra, es llevable y superable. Vivir con la sensación de no haberle dado a tu hijo la oportunidad de luchar por su vida... eso... eso debe de ser una loza tan pesada que acabaría dando la cara por algún lado y convirtiendo tu presente en un infierno y tu futuro en una vuelta continua al pasado.

Nosotros estamos desgarrados. Nos está costando la propia vida dar pasitos. Pero estamos muy tranquilos. Y, además, somos mejores personas. Y nos consideramos seres afortunados. Porque unas cuantas noches de verano pudimos pasarlas en vela acompañando a nuestro hijo para que no sintiera soledad en su lucha. Y eso llena. Y eso compensa. Y eso calma.

No tengan miedo a la tristeza, amigos. Al final, con mucho trabajo, todos la convertimos en recuerdo. Las cuatro personas de aquella estancia coincidíamos: el tocólogo, el cardiólogo, mi señora y quien escribe. 


Te quiero esposa.
Contigo no tengo miedo.
Viernes 08 de abril de 2011

1 de abril de 2011

Definiendo

Nervios es esperar en la puerta de un ecocardiógrafo a que te llamen para comprobar que lo pasado, pasado está y todo fue fruto del infortunio.

Felicidad es escuchar al cardiólogo decir que Paola tiene un corazón sano.

Alivio es el suspiro que sueltas cuando se cierra la puerta.

Amor, el beso y abrazo que le das a tu señora.

Esperanza, las caricias que haces a su creciente barriga, sabedor de que Paola ya te siente y te conoce.

Impaciencia, lo que se vive hasta salir del hospital esperando poder contárselo todo a tus padres y hermanos, a sus abuelos y titos.

Amistad, los mensajes al móvil de tus amigos compartiendo tu alegría. 


Y nostalgia, acordarte de tu pequeño cuando ves la cara de su hermana en la pantalla. 

Poquito a poco...
Viernes 01 de abril de 2011