14 de agosto de 2018

Paola 7

En la lejanía, el faro de Trafalgar, vigilante, protector, ojo avizor, enseñándome esa dicotomía de fortaleza y debilidad que me embarga si en ti me veo; el viento de levante, caprichoso e inoportuno casi siempre, recordándome el componente azaroso, incontrolable, de este proyecto por vivir sin revivir; el océano Atlántico, poderoso, majestuoso, mostrándome su fortaleza imperial, su dominio ante el polvo que seremos; y el sol, con su fotogénico ocaso, presentándome el imparable e imperturbable paso del tiempo, aleccionándome sobre el aquí y el ahora.

Tú, rubia mía, no obstante, en el lugar exacto, alrededor de tu sonrisa, mi jaque mate.

Y yo, cerca de ti, hallándome en mi intento de protegerte, guiarte, exigirte, empujarte, orientarte: educarte. Yo, rubia mía, encontrándome entre el disfrute y el amor si en tus ojo me veo.

Porque hace hoy siete años, muy posiblemente, este faro, este viento de levante, este sol, este Atlántico eterno... purificaban otras almas, recargaban otras vidas necesitadas de momentos de paz y serenidad, con el vaivén del mar y su oleaje periódico como banda sonora vital. Y así, seguramente, nunca este paisaje fue tan bello; y así, irremediablemente, nunca lo fue como hoy para los ojos de este padre tan agradecido a ti, tan endeudado contigo.



Felicidades rubia mía.

Que te quiero yo a ti un millón.

Martes 14 de agosto de 2018

1 de agosto de 2018

Martín 4.

Vuelas. Ya vuelas. Cuatro años desde aquel día y ya vuelas.

Me demuestras tu amor, tu admiración a cada ratito. Como tú me miras, como tú me abrazas antes de irte a la cama, quizás no me mire, no me abrace nadie, nunca.

Si tuviera un botón para pausar el mundo, un botón que solo pudiese pulsar una vez, si tuviera que elegir un momento, podría ser ese. Nuestra recarga de energía amorosa, esa que nos mueve, nos vitaliza, nos revitaliza. Es como si me llenases de esa energía que tú mismo te has encargado de absorberme hasta la última gota. Ya, entonces, dispuestos un día más.

¿Te digo una cosa, tunante? Seguro, podría vivir sin mucho de lo que tengo, pero no sin tus carreras para verme cuando llego a casa, sin tus besos espontáneos, sin tu boca regalándome cada poco: "¿Papi, puedo dormir en tu pecho?"

Felicidades vida mía. Como yo te quiero, como tú me quieres, deberíamos querernos todos.

Miércoles 1 de agosto de 2018