28 de febrero de 2011

Siento, sientes, siente, sentimos, sentís, sienten... presente de indicativo del verbo vivir

Me gusta contarle cuentos a mis alumnos y a ellos les encanta. Una luz tenue, un ambiente tranquilo y un cuento para pensar. Dice así:

"Erase una vez un joven con un carácter peculiarmente violento. Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que clavara un clavo en la cerca del jardín cada vez que perdiera la paciencia y se peleara con alguien. El primer día, llegó a clavar 37 clavos en la cerca.
Durante las semanas siguientes aprendió a controlarse, y el número de clavos colocados en la cerca disminuyó día tras día: había descubierto que era más fácil controlarse que clavar clavos. Finalmente, llegó el día durante el cual el joven no sujetó clavo alguno en la cerca.
Entonces fue a ver a su padre y le dijo que había conseguido no clavar ningún clavo durante todo el día.
Su padre le ordenó entonces que quitara un clavo de la cerca del jardín por cada día que no hubiera perdido la paciencia.
Los días pasaron y finalmente el joven pudo decirle a su padre que había quitado todos los clavos de la cerca.
El padre condujo entonces a su hijo delante de la cerca del 
jardín y le dijo:
- Hijo mío, te has portado bien, pero mira cuantos agujeros hay en la cerca del jardín. Esta ya no será como antes. Cuando te peleas con alguien y le dices algo desagradable, le dejas una herida como esta. Puedes acuchillar a un hombre y después sacarle el cuchillo, pero siempre le quedará una herida. Poco importa cuantas veces te excuses, la herida verbal hace tanto daño como una herida física. Los amigos son joyas raras, te hacen reír y te animan. Siempre están dispuestos a escucharte cuando los necesitas, te sostienen y te abren su casa. Por ello, guarda a tus amigos como si fueran un verdadero tesoro y quiéreles hasta echarles de menos, porque si eso ocurre una parte de tu vida se habrá ido con ellos."

Y ahora constantemente me acuerdo de este cuento. Cada vez que alguien, con su buena intención, ingenuamente, nos dice que la vida nos compensará porque somos personas buenas. No seais ingenuos. La vida no es justa, ni se basa en la ley de la compensación. Ni con nosotros, ni con nadie. No tenemos asegurado un futuro feliz por haber tenido un presente, un pasado triste, sin merecerlo. ¿Quién sabe si nuestros planes futuros saldrán bien o mal?. ¿Quién sabe si, después de tanto llanto, vendrán las sonrisas o vendrá más llanto aún?. ¿Quién lo sabe?

Pero seremos valientes. Y lo intentaremos una y mil veces. Porque eso es vivir. Tener planes y luchar por ellos. Y solo así, podremos sentirnos vivos. Solo es eso. Sentirnos vivos. Y avanzar. Y superar. Y amar.

No temeremos a la vida. No temeremos a la tristeza. No tendremos miedo a sentir. Simplemente creeremos en nosotros. Afianzaremos nuestros pasos. Sentiremos e iremos en busca de nuestros sentimientos. 

No dejaremos que nadie sienta por nosotros. No dejaremos de sentir por no intentarlo. Eso sería morir. No se me ocurre una mejor definición para la muerte, que la ausencia de vida. 

Y vivir es igual a sentir.


A mis amigos, 
que sienten con nosotros.
Que son uno de los pilares
que sujetan nuestra vida.
Lunes 28 de febrero de 2.011 

21 de febrero de 2011

Este debería ser un post sentimental...

Llega un momento en que, por más que cueste, hay que decir adiós y separar caminos. Y no necesariamente tiene que ser por que las cosas vayan mal o porque haya malas relaciones. A veces, incluso cuando las cosas no van mal del todo, es preciso pararse y ver si lo mejor es seguir o poner punto y final a una relación. 

Tras 10 años en Los Mares, desde los 8 a los 18 años, aterricé en el CD Pino Montano, en 1997. Dejando de lado unos escarceos que duraron meses, he estado en el equipo ininterrumpidamente hasta esta temporada, en la que cumpliré 32 años. Y en las últimas 6 ó 7 campañas como primer capitán de la plantilla.

Y aquí me hice un hombre y futbolista, porque no decirlo. Que ser futbolista está más cerca de sentirse futbolista que de ejercer una profesión. Mucho más. Y es que después de 25 años jugando sin descanso al fútbol, viviendo sin descanso el fútbol, uno tiene derecho a sentirse futbolista. ¿O no?

Y ahora me apetece salir. Terminar esta temporada con mis compañeros. Luchar por defender al Pino Montano, su escudo, por los campos de la segunda provincial hasta el último minuto del último partido de liga. Y marcharme. Porque ya no tengo mucho más que aportarle a este peculiar club. Me apetece probar otros lugares y dejar paso a nuevos chavales que devuelvan, o intenten devolver, al equipo a unas categorías más importantes. Puede ser este buen momento para que entre sangre nueva por la puerta del Maniestadi. 

No sé dónde jugaré. Espero encontrar algún lugar en el que poder seguir compitiendo y en el que empiece de cero. Sin que nadie me conozca. Un equipo al que vaya, entrene y compita. Solo eso. Entrenar y competir.

Al Pino Montano solo puedo dedicarle bonitas palabras. A mis compañeros..., jóder, es lo que peor llevaré sin duda. Pero hay veces que las decisiones hay que tomarlas aunque duelan. Porque de los lugares hay que salir dejando amigos, por la puerta delantera y la cabeza tan alta como sea posible. Y así me voy. Nadie podrá nunca reprocharme nada que tenga que ver con mi fidelidad al club, con mi trabajo desinteresado, con mi dedicación altruista, con  mi defensa y amor a unos colores por los que he dado más de lo que pudo nadie pedirme. Unos colores que me han devuelto multiplicado por mil todo lo que he podido dar. Y eso es muy grande. Demasiado grande como para no escribir estas palabras con los vellos de punta y un nudo en el estómago.

Gracias Pino Montano.
Gracias, familia pinomontanera.
Gracias esposa.
Lunes 21 de febrero de 2010

12 de febrero de 2011

Diferente pero igual.

Charlando el otro día con mi esposa, de lo divino y lo humano, me hizo ver más claro aún que esto que nos ha pasado tristemente a nosotros es algo que le puede pasar a cualquier pareja. Un drama fortuito, caprichoso, arbitrario; con unos padres elegidos por el azar, como solo el azar es capaz de elegir: sin motivos. Yo ya lo tenía claro, pero su matiz, me dio quizás el argumento definitivo.

Y ese matiz del que hablo está en la pregunta que solemos hacernos los padres "sufridores", las familias "sufridoras". Me decía concretamente:

- "Marío", es que el problema es que la gente se equivoca. No tienes que preguntarte por qué te pasa esto a ti, sino por qué no te puede pasar a ti.

Y ese es el matiz, pensé. Ahí está el quid de la cuestión para salir de todo, para poder vivir de nuevo, para echarse la tristeza a la espalda y salir, con ella a cuestas, en busca de la felicidad añorada, esa que a otros se la dejan en la puerta de su casa y que a ti te la ponen en la cima de la montaña más escarpada.

¿En qué nos diferenciamos mi señora y yo de los miles de padres que han pasado, pasan y pasaran por lo mismo que nosotros? En nada. ¿En qué se diferencia Samuel del resto de criaturas que fallecieron sin apenas empezar a vivir? En nada. Esto existe y existirá, por más que la medicina avance, por más que los deseos deseen, por más que los ánimos empujen.

Lo importante es levantarte un día, mirarte, llorarte frente al espejo y ser sincero: 

- Lo que nos ha pasado es irreversible. Cruel, injusto, triste, pero sobre todo, irreversible. Me toca, nos toca, luchar.

No lo duden, estamos hechos para superar las tragedias, para avanzar entre el desgarro y tirar pa´lante a pesar de los pesares. No para olvidar, no. Para vencer a la tristeza y vivir. Porque nadie merece más felicidad que unos padres que viven con una cuna vacía y un carrito metido en una caja de cartón esperando a un hermano que nacerá hijo único. 

A Esperanza y Antonio. 
Que merecen ser felices.
¡¡Vamos Espe!!
Sábado 12 de febrero de 2011

10 de febrero de 2011

Cada día 25. Cada día 10.

Las efemérides que nos recuerdan momentos tristes no me afectan. Nunca lo hicieron. Sin embargo, las efemérides de acontecimientos alegres e importantes para mí, me encantan. Disfruto celebrando los 10 años del ascenso a preferente en Aznalcóllar,  el cumpleaños de mi gente, mi aniversario. Porque me transportan hacia un momento feliz, hacia la alegría, hacia la sonrisa inevitable, hacia uno de los sentimientos más bonitos que puede identificar una persona, hacia una de esas imágenes que veré el día que toda mi vida tenga que pasar por delante de mis ojos, cuando me toque dejar el hueco a otro.

Hoy es 10 de febrero y me siento igual de triste que ayer, 9 de febrero. Porque no puede caber más tristeza en mi interior. Y es que no concibo qué podría hacerme una persona más triste. No me influye que hoy se cumplan 5 meses desde la muerte de Samuel.

Sin embargo, cada día 25 sí me sucede algo especial. Sí se remueven esos momentos de quirófano; ese beso a mi señora, aún dolorida por tanto esfuerzo; esa salida buscando a los familiares con lágrimas en los ojos para anunciar lo bien que había ido todo, para enseñar la primera foto de Samuel. Se remueven esos recuerdos en mí y salen más a flote que nunca. Y lo revivo todo. Y resiento toda aquella felicidad que aventurábamos, como ese niño que se dirige al puesto de algodones en la Feria... todo por disfrutar.

¿Dónde estarán aquellas fotos que no haremos en el parque de las palomas?

Duele más la ausencia de alegría que la presencia de tristeza.

"¿Adónde irán los besos
que guardamos, que no damos?
¿Dónde se va ese abrazo si
no llegas nunca a darlo?"
¿Adonde irán los besos?
Victor Manuel
Jueves 10 de febrero de 2010.

2 de febrero de 2011

Aprendiendo a quererte sin quedar tristes en el intento.

Tu madre y yo te queremos desde que sabemos de tu existencia. Pero no es fácil que se nos note, porque no es fácil digerir, ni diferenciar, ni separar, ni identificar...

Tu hermano está tan presente en nuestro día a día que acumulamos demasiada tristeza en nuestro interior. Hace tan poco de todo que aún lloramos, aunque ya casi siempre sin lágrimas.

Inconscientemente, intuitivamente, cuando te pasa eso que siempre le ocurre a los demás te preparas para la tristeza y te empeñas en solo sentir eso. Es como si solo pudiéramos, como si obligatoriamente tuviéramos que, estar triste, porque la sonrisa por ti, momentánea incluso, traicionara el recuerdo de tu hermano.

Por eso no nos está resultando sencillo, porque tú no sustituyes a tu hermano, porque un hijo nunca puede sustituir a otro. 

Martín...(o Paola), estamos muy contentos, aunque aún nos cueste demostrarlo. Luchamos para disfrutar al máximo nuestro nuevo embarazo, intentando dejar de lado las preocupaciones y los miedos. Y te aseguro que no es fácil. Seguimos luchando para que esta tristeza que todo lo abraza poco a poco vaya convirtiéndose en añoranza, en recuerdos inolvidables, en puntos a los que volver cuando queramos un poquito de tu hermano, cuando necesitemos su sonrisa. Intentamos diariamente que nuestra alegría por ti no termine en tristeza por él. Lo intentamos Martín... (o Paola), aunque aún sin mucho resultado. 

Sintiendo.
Miércoles 02 de febrero de 2011.