16 de noviembre de 2011

Duérmete, mi niña, duerme en mi pechera.

Duermes disimuladamente bajo la incrédula mirada de unos padres con demasiado amor acumulado en sus corazones.

Tu mirada llena nuestros ojos de vida. 

Tu sonrisa, cada vez menos fortuita, devuelve el aire robado a nuestros pechos.

Tus dedos regalan caricias de vida feliz.

Tu cuerpo, entre nuestros brazos, retiene sensaciones de antaño.

Tu voz pone banda sonora a nuestros recuerdos.


Duérmete mi niña, en mi pechera.

"Ea la ea...
que mi niña se duerme
ea la ea...
con esos ojitos verdes
de sementera,
en la almohada caliente
de mi pechera"
"Manuela"
 Miguel Moyares para Las Carlotas.
Martes 15 de noviembre de 2.011.

9 de noviembre de 2011

"Todo según el color del cristal con que se mira..."

Todo depende de dónde te sitúes. Todo depende de qué prefieras. Yo siempre lo he tenido claro. Nunca me ha dado miedo sufrir y nunca me dará. Y mis decisiones en la vida no serán nunca quedarme parado por miedo a sufrir si avanzo. No será nunca salvar la ropa por miedo a mojarme. Prefiero nadar. 

El asunto viene de algunas conversaciones mantenidas en las que no pocas personas piensan o intuyen que salir a flote después de la pérdida de tu hijo depende del tiempo que haya vivido tu hijo contigo, entendiéndose que a más roce, más cariño. 

Yo ni estoy del todo de acuerdo ni puedo negar en rotundo estos pensamientos. Creo que sí, que es más sencillo, perdón, menos difícil, renacer si tu hijo fallece a los pocos días, meses incluso, de vida que si lo hace con 5, 6 o 7 años. Ahí no puedo decir lo contrario.

Pero no es esa la pregunta correcta. La pregunta es desde otro lugar. No desde la tristeza por vivir, sino desde la alegría vivida. ¿Prefieres compartir menos vida y "superar" mejor la muerte o compartir más vida y tardar más en "superar" la muerte?

Samuel estuvo con nosotros 77 días, dos meses y medio. Nació un viernes 25 de junio a las 15h de la tarde. Falleció un maldito viernes 10 de septiembre a las 15h de la tarde. 11 semanas exactas de vida; 77 días junto a nosotros. Y nosotros junto a él. ¿Cuánto hubiéramos dado porque hubieran sido 78? ¿Cuánto porque hubieran sido 80... ó 100... ó 365? ¿Cuánto dolor hipotecarías por escuchar a tu hijo decir papá, por enseñarlo a dar sus primeros pasos, por verle su primer diente? ¿Cuánto dolor es canjeable por todo eso?

Prefiero la alegría vivida. No me importa la tristeza por vivir. Ya sacaré fuerzas de flaqueza. Ya me agarraré de alguna forma a la vida. Ya me sujetará quien me quiere.

Vive la vida
que en ella nada es verdad
ni mentira,
todo según el color,
con que se mira.
"Vive la vida" (Los Marismeños, 1987),
basado en la cita de Campoamor
"Nada es verdad ni mentira,
todo según el color del cristal
con que se mira"
Miércoles 9 de noviembre de 2011

2 de noviembre de 2011

Re-primerizo

Desde el domingo, soy padre primerizo por segunda vez. 77 días después del nacimiento de Paola, mi mujer y yo somos padres primerizos por segunda vez.
 
Las comparaciones, lamentable y obligadamente, reposan en nuestro cajón con llaves. Nuestra poca experiencia quedó atrás.

Hace tiempo  creía y escribía que el alma no entiende de pomadas. Hoy, afortunadamente, 80 días después del nacimiento de Paola, no lo tengo tan claro.

Y es que hay sonrisas mañaneras capaces de hacerte olvidar, aunque solo sea un instante, cualquier momento pasado. Y eso, para estos corazones en reforma, es un halo de vida inigualable.

Mucho más de lo que pedimos
Miércoles 2 de noviembre de 2.011