24 de julio de 2018

Julio me desnuda

Las noches de Julio me desnudan el alma, porque es el mes que más disfrutamos de Samuel. Claro que tuvimos mil agobios. Imagina la situación: padres primerizos (eso ya es un agobio en sí mismo) que tras diez días de UCI se llevan a casa a su hijo con una cardiopatía grave que sería corregida a vida o muerte en quirófano al final del verano. Y añádele que el cirujano cardiovascular se sincerase y nos comentase que cuanto más peso ganase Samuel, más posibilidades de sobrevivir a la operación tendría.

Así se presentó Julio. Como un máster en paternidad.

Y tras muchos ratitos hablando, tras mucho convencimiento y autoconvencimiento personal, decidimos echarle coraje y disfrutarlo. Samuel merecía a unos padres en plenitud y ese esfuerzo compensaría (aunque ahí no imaginábamos cuánto). Así que aparcamos la operación. Aparcamos el miedo. Dejamos de llorar, ni por fuera ni por dentro. Y fuimos a por la vida: a vivirla, a afrontarla sonriendo. Fue difícil, joder, muy difícil, pero hoy puedo escribir muy orgulloso que tuvimos dos cojones y lo conseguimos. Y eso es seguro, tras mi Samuel, y tras la decisión valiente de volver a buscar hijos y ver nacer a sus hermanos, de lo que más orgulloso estoy en esta vida.

Por eso me encanta Julio. Por eso lo escribo con mayúsculas. Porque Julio me desnuda. Huele a Samuel. ¡A vida! A paseos, a noches durmiéndolo en mi pecho, a sus "ajós", a mi mujer y su hermosa sonrisa de madre; huele a amor verdadero, a atardeceres con toda la vida por delante.

Julio me deja sin palabras porque me repleta de sonrisas vencedoras, de lágrimas vencidas.

Julio me trae a mi Samuel como ningún otro mes será capaz de ofrecérmelo. Por eso lo celebro.

Es mi manera de tenerlo presente, de no olvidar; no a él, nadie olvida lo que no necesita recordar. De no olvidarme a mí. De seguir sabiendo quién soy...

... y, sobre todo, de seguir sabiendo quién quiero ser.

Te debo tanto...

Martes 24 de julio de 2018