25 de junio de 2020

10 años hace que no es 25 de junio.

Cada 25 de junio, hijo mío, recordamos que a tu mamá y a mí nos unía el amor hasta aquel día de 2010 y que, desde entonces, nos une un amor especial, el que tú creaste. 

Hoy, enano, es 25 de junio, pero no el verdadero. Pero claro que hablaremos especialmente de ti en la comida, con tus hermanos. En estas conversaciones caben muchas dudas, ¿sabes? Todas ellas tienen que ver con la crueldad de lo no vivido. Pero también caben muchas certezas. Y todas ellas tienen que ver con el orgullo, con la valentía, con la templanza: con el amor.  Amar en ausencia es hoy día el privilegio que nos queda a quienes tuvimos la suerte de conocerte y disfrutarte. El dolor está, tiene que ver con lo cotidiano, con escenas de la vida misma que imaginamos con otros colores, sonidos y aromas. El amor, el privilegio, no obstante, tiene que ver con la introspectiva, con la inspiración, con ratitos de memoria, de recuerdo, de paz con uno mismo. Es ahí donde se siente ese amor que conecta el pecho de un padre con el de un hijo y que una vez conectado, jamás podrá nadie, nunca, ni siquiera la muerte, quebrarlo. Magullarlo, tampoco. 

Hoy, Samuel, mamá y yo hemos vuelto a empezar el día de tu cumpleaños con un abrazo y hablando de ti. Y de cómo viniste al mundo. Y, como nos enseñaste, lo hemos hecho con una sonrisa en la cara, sintiéndote entre nosotros. Difícil de explicar, sí.

Aquel día aprendí que no hay amor en exceso, que nunca se ama demasiado. El amor, como el cariño, como el respeto, siempre saben mejor en abundancia que en poquedad. Y así te amamos. Y ese amor cultivado sigue dando sus frutos. La mejor decisión de nuestra vida fue tenerte y criarte en alegría. Y aunque en este 25 de junio aun pueda titilar el dolor, nos imponemos recordarlo con la sonrisa que nos regalaste; aún nos quedan muchas guardadas que nacieron de ti y hacia ti vuelan. Tu compañía en presencia dejó amor para gastar en la ausencia física, sin temor a que sin él nos quedemos. 

Amar es sinónimo de ti, Samuel, en nuestro vocabulario. Y que así sea por siempre, hijo mío.

Felicidades, enano. Te quiero. 

"Si diez años después
 te vuelvo a encontrar
en algún lugar, 
no te olvides que soy
distinto de aquel 
pero casi igual (...)
--
(...)Diez años después, 
mejor reír, que llorar"

(Diez años después. Los Rodríguez, 1995)

Jueves 25 de junio de 2020.

18 de junio de 2020

Junio y Leo. Sin firmas.

Hay amores que nacen de una mirada. Y crecen. También amores ya crecidos. Hay amores que primero fueron amistad y otros que amor fueron desde su inicio. Hay amores que terminan (¿fueron amor?) como también amores perpetuos. 

Hace 4 junios que Leo (en forma de predictor) llegó a nuestras vidas. Y, así, sin mediar un previo aviso, nació un amor más, ya crecido; un amor puro desde su inicio; amor para siempre. 

Y es que, incluso el amor que nace inmenso, crece con el día y la noche, con el sucesivo ir y venir de las conversaciones, con los abrazos retenidos y aquellos que ya se dieron. Ese compromiso contraído sin necesidad de ser firmado. No hay obligación de amar, pero se ama sin que ya quepa el olvido; un juramento perpetuo, ya cruzado, dentro de ti, grabado donde, junto con el lugar de los sueños, todo está teñido de verdad y de genuinidad, donde las promesas se firman con suspiros sempiternos, donde no hay necesidad de hablar de amor, porque el amor habla (y actúa) desde ti y por ti. 

"Sin firmar un documento
Ni mediar un previo aviso
sin cruzar un juramento
hemos hecho un compromiso"
(Antonio Machín. Un compromiso)

Martes 16 de junio de 2020