27 de octubre de 2010

What a wonderful world

Un marido nunca debería secar impotente las lágrimas de su esposa por haber perdido a su hijo.

Un hijo nunca debería sentir culpabilidad por ver cómo sus padres lloran la muerte de su nieto.

Un hermano no debería entristecer desconsoladamente porque sus hermanos y cuñados no encuentran consuelo tras el fallecimiento de su sobrino.

Un yerno no debería preocuparse por cómo sus suegros afrontarán el vacío irrellenable que les deja su ya desaparecido nieto.

Un tito no debería explicarle a sus inocentes sobrinos que ya no podrán nunca jugar con su primo.

Un ahijado no debería ver cómo su madrina se siente confusa por no saber dónde está el límite entre la privacidad y la cercanía, la tranquilidad y la molestia, el amor y la osadía, mientras su sobrino-nieto agoniza en la fría sala de un Hospital Infantil.

Un nieto no debería nunca llamar a su abuela, la misma tarde de la incineración, para mentirle, con voz mudada, diciéndole que la muerte de su bisnieto era lo mejor que podía pasar.

Un amigo no debería nunca decir a su gente que ya solo espera que el enano deje de luchar.



Claro está que un padre no debería nunca subir a la sala de la UCI sabiendo que es la última vez que verá con vida a su hijo, pensando cuáles serán las últimas palabras que podrá decirle mientras ataca cada escalón; no debería nunca subir para besarlo mandando toda la tranquilidad y paz posible; no debería nunca subir para acariciarlo con la intención de regalarle todo el orgullo que se siente... y no debería nunca subir para hacer todo eso con una sonrisa en la cara procurando que el último ratito sea tan bueno como el primero. 

Y es que, claro está, un padre no debería nunca enterrar a su hijo...


...pero lo entierra.




Y mientras todo esto ocurría, en algún lugar del mundo, seguramente, alguien escuchaba aquella preciosa melodía en la que Louis Amstrong nos invitaba a soñar con un mundo maravilloso.


I see skies of blue
and clouds of white
the bright blessed day,
the dark sacred night...
And think to myself,
what a wonderful world!


(Veo cielos azules
y nubes blancas
el dia glorioso y brillante,
la oscura noche sagrada
y pienso para mí
¡que es un mundo maravilloso!)


Miércoles 27 de octubre de 2010

15 de octubre de 2010

Hoy

Hoy me ahogo cuando miro tus fotos. 
Hoy no puedo evitar dejar de respirar cuando veo tu sonrisa en papel. 
Hoy, ahora, te recuerdo desde la tristeza, sabiendo incluso que el recuerdo es lo más feliz que tendré el resto de mi vida. 
Hoy, las sonrisas no pueden vencer a las lágrimas, tu nombre golpea mi pecho y deja herida mi alma, ese lugar que no entiende de pomadas. 
Hoy sé que nuestra vida es más rica que ayer, que ha merecido más la pena vivir. 
Hoy entiendo que el más cruel de los dolores ha merecido la pena, ya te digo. 
Hoy tenemos un poquito menos aire que ayer y un poquito más vacío nuestro pecho sin latido. 
Hoy llueve más que ayer. El día es más feo. 
Hoy hemos vuelto a levantarnos por inercia, hemos vuelto a caminar sin saber hacia dónde nos dirigían nuestros pasos.
Hoy, de nuevo, antes de salir de casa, he cogido mi careta más aparentosa, esa que cambia la muerte en vida por la vida en muerte.
Hoy he vuelto a no tenerte, hijo. Hoy he vuelto a no poder bañarte.
Hoy, Samuel, he vuelto a imaginarte de mayor, sin cicatrices en el pecho.
Hoy he vuelto imaginarme de mayor, con cicatriz en el pecho.
Hoy he vuelto sentir que la vida ha sido injusta contigo.
Hoy, enano, he vuelto a darme cuenta que la eternidad puede ser el más duro de los castigos.
Hoy he vuelto a sentirte muy dentro. 


Por eso hoy sigues estando conmigo. Quizás, por eso hoy, he vuelto a escribir(te).
Mañana , es otro día
Viernes 15 de octubre de 2010

11 de octubre de 2010

Tú no me sueñes...

Aquel sí quiero le desgarraró el alma para siempre. Nunca la tuvo en sus brazos. Nunca, siquiera, pudo saborear sus besos. No recordaría jamás un amanecer a su vera, el olor de su vientre. Tampoco recordaría el color de sus mejillas encendidas mientras hacían el amor. ¿A qué sabría su cuerpo entre sábanas? ¿Cómo sonarían sus gemidos?

Todo era sueño. Y como sueño, no sabía, no olía. Ya solo le quedaba sentir lo que su vago recuerdo mañanero le permitía disfrutar. 


"¡Tú no me sueñes,
despiértate y vente!"
"Salmarina. Bordao, 1986"
Jueves, 11 de octubre de 2.010

8 de octubre de 2010

Quizás por eso escribo

Los aromas, los colores, los sonidos, las texturas... todo era excepcionalmente aburrido. Todo. Las conversaciones, llenas de palabras vacías, no servían más que para liberar la mente de sus ataduras entre ratitos y ratitos de gloria.

Dice, quien nos visitaba, que el sol salía cada mañana y se recogía cada noche. Dice, quien nos visitaba, que los pájaros seguían cantando en la calle, que las nubes seguían formando figuras en las mentes más púberas, que las sombras seguían atadas a los pies de los caminantes.

Yo digo que unos padres, aún vírgenes, avanzaban hacia la incertidumbre del final de la escalera. Miedo aterrador, tristeza omnipresente, impotencia inevitable, esperanzada ilusión, desesperanza momentánea, soledad acompañada, felicidad aparente, ORGULLO.

¿Qué nos tiene la vida preparada a cada uno de nosotros?

Cierro mis ojos. Escribo. Respiro. Te tengo.


Quizás por eso escribo.
Quizás por eso te cuento esto.
Viernes 08 de octubre de 2010

1 de octubre de 2010

Cuando esto pasa

Cuando levantarte por la mañana es un golpe de la más triste de las realidades. 
Cuando la realidad es peor que cualquiera de la más espesas pesadillas.
Cuando la más tenebrosa pesadilla no podría dar miedo.
Cuando tener miedo se parece a abrir una puerta.
Cuando abrir una puerta significa que los olores se alejan de los perfumes.
Cuando los perfumes ya no adornan los cuerpos de las mujeres bonitas.
Cuando las mujeres bonitas mueren.
Cuando morir significa no volver a vivir.
Cuando vivir significa respirar, latir, deambular.
Cuando deambulas dentro de casa. 
Cuando tu casa está vacía.
Cuando la ausencia domina tu vida.
Cuando tu vida empieza a ser el camino hacia tus cenizas.


... cuando todo esto pasa, en ese preciso momento, nunca puedes perder de vista que tuviste la gran fortuna de disfrutar, de querer, de abrazar... Y solo así uno puede llorar sabiendo que volverán las sonrisas, puede deambular sabiendo que sus pasos harán de nuevo el camino, puede permanecer en vigía sabiendo que el insomnio no tiene nada que ver con la eternidad, puede entristecer viendo fotos que más tarde le devolverán alegría, puede escribir tristezas a la espera de nuevas palabras aún hoy desconocidas...


E incluso tiene licencia para dejar de respirar, sabedor de que nuevos aires volverán a ocupar sus escuálidos pechos.


Días malos y días regulares.
Viernes 1 de octubre de 2010