26 de septiembre de 2007

Yo quiero, Tú quieres, Yo puedo, Tú puedes... ¿te dejan?.

"Hemos tenido que separar a un alumno y una alumna con síndrome Down y ponerlos en clases distintas porque estaban empezando a despertarse unos deseos... y la situación se había vuelto un poco incómoda".

Esto decía, en la palestra, durante un encuentro sobre Atención a la Diversidad en Secundaria una de las ponentes, Jefa de Estudios en un Instituto cualquiera de una provincia cualquiera de Andalucía.

Que no hombre que no. Que no podemos seguir viendo la educación sexual como tema tabú en esta moderna sociedad del siglo XXI. Ni las personas con discapacidad mental, ni los síndrome Down, ni cualquier otro colectivo están más caliente que las personas sin discapacidad. Que de todo hay. Que las diferencias personales existen en todos los grupos o lugares, independientemente de su condición. Que a ver si nos vamos enterando... !Que el que más y el que menos ha visto "películas pornos", se ha masturbado en la intimidad de su casa, visita páginas de internet para adultos o mantiene fantasías sexuales con su maestro/a, jefe/a, vecino/a, cuñado/a y hasta el suegro/a! Y entonces, ¿qué es y qué no es apropiado? ¿dónde está la línea entre lo considerado normal y "el pobrecito, es que está malito"?

Para mí, todo está en la educación que recibimos y la diferencia entre lo que logramos captar, aprender, sin que nadie nos lo explique explícitamente y lo que se nos escapa. Yo, en plenas facultades físicas y mentales, he podido/sabido/querido aprender, por ejemplo, la diferencia entre las conductas apropiadas en público o en privado. Masturbarse en privado no es malo; en público no es apropiado. Y esto lo entendí sin que nadie me lo enseñara y sin pasar por ningún programa de educación sexual específico. De la misma forma entendí que no podía tocar a la gente, ni rozarme con ella, mientras conversaba, porque esto violaba lo permitido y violentaba a la persona en cuestión. Tampoco lo leí en ningún libro de texto. Simplemente lo aprendí viendo, observando, imitando comportamiento de mis padres, mis hermanos mayores, mi familia, mis maestros, mi entorno...

Pero quizás no todo el mundo tiene la capacidad de aprender cuando no se le enseña explícitamente algo. Quizás no todo el mundo logra/sabe/puede/quiere controlar e inhibir conductas que le producen un alto placer personal, porque nadie le ha dicho que debe hacerlo; porque nadie le ha dicho que nuestra libertad termina donde empieza la de los demás. Quizás algunos necesitan que se les enseñe a canalizar ese placer, a demorar esa gratificación que se produce. Quizás.

El derecho al sexo, a disfrutar, a sentir, a querer, a amar lo tenemos TODOS y TODAS. ¿Quién eres tú para negarlo? ¿Su padre? ¿Su madre? ¿Y? No eres él/ella. Por más que juegues a ser un Dios, su Dios, por más que te lo creas, no dejas de ser su padre o su madre, tanto y tan poco. Edúcale para que disfrute, para que sienta, para que viva plenamente. Como vives tú, como vivo yo.

Te lo agradecerá. Te lo agradecerás. Te lo agradeceremos.

Nunca lo dudes.

No eludas tu obligación de exigir.
No niegues su derecho a ser exigido.
No lo hagas tú, que eres su madre/padre.
26 de Septiembre de 2007