29 de mayo de 2008

Carta abierta a mi tío Manolete

Hemos vuelto a despertar sin ti. Son ya muchos días. Tantos que juntos forman un año; de mayo a mayo, de veintinueve a veintinueve.

¿Sabes? Ayer volví a sorprenderme pensando que volvería a verte. Es como si mi deseo venciese a la realidad por unos instantes. En ocasiones me sorprendo diciéndome que hace tiempo que no te veo y que tengo que pasarme por la tienda. Pronto la realidad, puta realidad, pisa al deseo sin reparos, sin miramientos. Pronto mi consciente vence a mi subconsciente. Son destellos, ráfagas de confusión, de qué me pasa. Tiene difícil explicación, lo sé. Pero me da igual, no la busco. No la necesito. Además, estoy seguro que no soy el único al que le pasa. Y, por cierto, no me molestan. Me hacen seguir recordándote y te mantienen vivo en mi. Más que suficiente.

Algunos dicen que los que nos dejáis dais fuerza desde algún lugar. Yo creo que seguís vivos en el recuerdo de cada uno de nosotros. Muchos trocitos de tito Manolete por ahí repartidos. Otros aseguran incluso que podéis vernos desde ese lugar al que van las almas. Como si el alma de una persona pudiera vivir sin su cuerpo. No me lo creo. Soy hombre de poca fe, lo reconozco. Además, ¿no sería una putada propia de la mente más cruel?. ¡Qué tortura!. Ver mi vida sin mí, como la película. Ver a mi gente destrozada por lo irrellenable del hueco dejado, ver lo que me estaría perdiendo, ver el trabajito que cuesta salir adelante a los míos... verlos y no poder hacer nada. Prefiero dejar de ser a seguir siendo.

Luego hay otra cosa que me provoca algo que no logro definir del todo. Es algo que no me gustaría que me pasase: que me cambien el nombre. Sí sí, dejar de llamarme Lolo para, después de muerto, llamarme pobrecito. Siempre me acuerdo de lo que tu hijo René me dijo el día de mi boda: “¡Aprovecha que ya no te dicen más guapo hasta el día de tu entierro!”. Más verdad que un santo, tito. Y no me gusta. No me gusta que a los que faltais os recordemos con lástima. Me niego. Al contrario. Los recuerdos son precisamente lo mejor que nos queda. Recordamos los buenos momentos juntos, las anécdotas, las fiestas, los abrazos, las palabras de ánimo o los sabios consejos. El presente es duro, pero el recuerdo no, el recuerdo es alegre.

Ahora tenemos dos caminos. Adaptarnos a la cruda realidad o quedarnos anclados en aquel 29 de mayo. Es duro, durísimo, pero es así. Al menos, así lo veo yo. Es cuestión de elegir y de luchar por lo elegido. Yo elegí adaptarme hace tiempo. Y por ello, lucho por ser lo más feliz que puedo. Lo intentaré porque me lo merezco y te lo mereces. Porque nos lo merecemos todos. No me quedaré en la lágrima. Seré feliz. Y el día que me ponga triste, el día que me dé una bajona, me pararé y recordaré aquel momento en el que tú y yo...¿te acuerdas? Y entonces volverá mi sonrisa y con ella volverás y volveré a sentirte vivo en mí.

Tendrías que ver a tus hijos y tu mujer, mis primos y mi tía. Y a tus hermanos y hermanas. Y a tus sobrinos y sobrinas. Vives en cada uno de ellos. Cada uno y cada una lo lleva a su forma. Todas valida, tito. Para quitarse el sombrero.
Te espero en mis destellos.
"La Lola bien, trabajando.
Déjala que trabaje"
Hasta siempre, tito.
Jueves 29 de mayo de 2008

26 de mayo de 2008

Aquel junio del 96

Sus soliloquios lo dirigían siempre a aquella habitación en la que sus temores aparecían sobre la mesita de noche. Aún así, a pesar del evidente crecimiento de la distancia entre ambos, él siempre encontraba clavos ardiendo a los que agarrarse. Seguía dando calor a las gélidas miradas, intención a los roces fortuitos, brillo a los ojos mate y toques de seducción a las sonrisas hijas del compromiso.

Pero no fue suficiente. El día menos pensado llegó en forma del más temido. Todo empezó con una llamada. Con un no sé cómo decirte esto. Con una mano sintiendo la otra. Con una última mirada. Con un último suspiro. Pero todo empezó. Le recordó lo maravilloso que era, lo bien que se había portado en todo este tiempo y lo bonito que sería poder comenzar una maravillosa amistad, como si la amistad pudiera ser algo distinto a maravillosa.

No supo sin embargo hacerlo sin ese beso ni aquel abrazo.


"Cómo quieres ser mi amiga,
si por ti me perdería"
Jarabe de Palo.
26 de mayo de 2008

15 de mayo de 2008

10 años después

Las hojas del almanaque hablaban de muchos días, incluso meses, años, entre aquel junio de 2008 y hoy. Pero para ella no había pasado tanto tiempo. Seguía recordándolo, viviéndolo, como si fuera ayer. Seguía sentándose en su cómodo sofá de piel, donde le gustaba releer los mensajes de ánimo recibidos, volver a sentir los abrazos llenos de esperanza, las lágrimas compartidas o recordar cómo buscaba el optimismo y la seguridad en los ojos de su compañero de viaje.

La voz de Elias rompió el silencio y la condujo de nuevo a la realidad:

- Mamá, ¿tú por qué tienes el pelo "doblao" y amarillo?

Aún hoy, diez años después, estos recuerdos son aderezados con sonrisas y lágrimas que siguen brotando sin permiso.


Porque vuestra felicidad,
será la nuestra.
"Diez años después
mejor reir que llorar"
Andrés Calamaro
15 de mayo de 2008

5 de mayo de 2008

El árbol de los deseos cumplidos si los deseas con todas tus fuerzas

CAPÍTULO 4. EL HOMBRE QUE DESHIZO EL CAMINO AL DESANDAR.

Pero el camino mandaba sobre él. Pasaba bajo sus pies, como una cinta andadora pasa bajos los pies del atleta de ciudad. Miró a un lado y a otro, miró sus pies, sus piernas, el suelo, su árbol de los deseos cumplidos. No halló explicación convincente.

Cerca de él, cerca del árbol, no había nadie. Nunca. Por eso le gustaba tanto aquel lugar. Aquí, paz y silencio, si este último existiera, eran sinónimos. Miró al árbol buscando explicación en forma de hojas caídas, como otras veces, pero no halló nada. Intentó parar el tiempo, intentó detener el camino volviendo a desear lo no poseído, pero ya era tarde. La inseguridad le sacudía el cuerpo. ¿Qué había hecho?. Era llevado irremediablemente hacia su muerte. Muerte destino del paseo por lo hasta ahora vivido. Empezaba a sentirla como se siente lo nunca antes sentido. Se echó a llorar. Sintió soledad y miedo, mucho miedo. Tenía frío.

La imagen del día que cambió su vida ocupó todo su pensar. Aquella del día en el que un desconocido le ofrecía el árbol de los deseos cumplidos cuando los deseas con todas tus fuerzas. Recordó las palabras exactas de aquel viejo retumbando dentro de sus cabeza: “¡Solo hay una regla: un deseo tras otro, uno tras otro, uno tras otro!”. Palabras que se hicieron grandes tomando el valor que solo las palabras pueden tomar. ¿Cómo desear nacer cuando estas muerto?

"Si volviera a nacer
si empezara de nuevo"
Amaral.
05 de mayo de 200
8.

2 de mayo de 2008

El árbol de los deseos que se cumplen si los deseas con todas tus fuerzas

CAPÍTULO 3. LA PRIMERA VEZ QUE UN ESCALOFRÍO NO RECORRIÓ SU CUERPO ANUNCIANDO UN DESEO CUMPLIDO.


Era la primera vez que no pasaba nada especial, la primera vez que no sintió ese escalofrío anunciando el cumplimiento de su deseo. Era la primera vez que muchas cosas no ocurrieron. Pero, sobre todo, era la primera vez que se quedaba dormido tras desear lo no poseído.

La luz en la cara hizo funciones de reloj despertador. ¿Cuánto tiempo había pasado? Miró su muñeca izquierda en busca de una dosis de realidad pero no la encontró. Pensó en el enfado de su jefe al no encontrar el proyecto en lo alto de su mesa. La preocupación le duró poco. Se cacheó, buscando su reloj en algún bolsillo pero lo encontró inesperadamente en su otra muñeca. Lo miró asombrado, como incrédulo, girando la cabeza, intentando encontrarle sentido, pero no halló respuesta. Se levantó, se desperezó y marchó con paso decidido a casa.


Viernes 02 de mayo de 2008