7 de febrero de 2009

Que digo yo una cosa...

Ahora está otra vez en el candelero el tema de la eutanasia, del derecho a morir dignamente enfrentado con la necesidad, conveniencia, obligación de someternos a los designios de ser un superior, quizás caprichoso, quizás benevolente, quizás egoísta, quizás todopoderoso, quizás existencia, seguro invento.


En este tema, igual que en mucho otros, tengo demasiadas preguntas y pocas respuestas. La Iglesia, creo que demasiado lejos de Jesús, el humano o el divino (quédate con el que prefieras), se equivoca metiéndose en todos los charcos. La Iglesia, de la creencia que sea, no es más que una asociación de personas, con más o menos poder, con más o menos acierto, con más o menos historia. Solo, una asociación de personas que trabajan, creen, luchan por algo, ya sea por promover la palabra de su Dios, ya sea por ayudar a personas necesitadas, ya sea por manejar el cotarro del mundo político o ideológico. Y como tal, en mi opinión, siempre en mi opinión, la Iglesia como Asociación debe dirigirse a sus asociados, a sus miembros, a aquellos que comulgan con sus ideales.


Dejen de intentar manejarnos la vida a aquellos que no creemos, a aquellos que pensamos que Dios no es más que un invento del hombre por no saber explicar lo inexplicable, por no saber aceptar ni comprender que somos hoy, pero que mañana no seremos; que llegará un día en el que dejaremos de ser y, simplemente, ya no estaremos... igual que no estuvimos hace tiempo. Dejen de intentar manejar nuestras vidas, marcarnos líneas únicas de pensamiento o de actuación. A mi nunca se me ocurriría intentar adoctrinar a nadie en mi forma de pensar. Eso sí, opinar siempre, aunque, 2000 años después, la sociedad prefiera no pensar y seguir la línea marcada.


El peligro de buscar es que un día vas y lo encuentras.

Cabeza, ¿y si Dios no existiera?
Sábado, 7 de febrero de 2009

1 comentario:

ML dijo...

Pero aún, ¿y si existe? ¿Por qué tanto dolor?