5 de marzo de 2008

Me quedo con el pan frito...

Me pide mi amiga Margari que escriba algo sobre la amistad, sobre la gente necesaria, y llevo un par de días dándole vueltas a qué escribir y no se me ocurre nada que me llene.

Si tuviera algo que decir en este tema seguramente diría que en mi vida hay saludados, conocidos, amigos y otros (que no sé cómo definirlos, si amigos especiales, vips, íntimos… cada uno que los llame como quiera, ¿no?). Lo único que me queda claro es que un grupo engloba al anterior, que todos son necesarios y que seguramente las relaciones con las personas de los primeros grupos son mucho más sencillas, aunque también mucho menos gratificantes. Supongo que es directamente proporcional. Además, los grupos son de paso obligatorio, como los cursos en el cole. Nadie llega a 3º sin pasar antes por 1º y 2º. Pues igual. Nadie es amigo si antes no ha sido saludado y luego conocido. Nadie puede saltarse un grupo.

Pero me asaltan muchas preguntas:

¿Qué hace que alguien pase de un grupo a otro?

¿Cuánto tiempo se puede estar en un grupo?

¿Se puede ser amigo de alguien si ese alguien no quiere ser tu amigo?

¿Cuál es la diferencia entre un grupo y otro?

¿Existen límite de número o tiempo en los grupos?

¿Puede un amigo volver a ser un conocido o un simple saludado?

...

Bueno, no todos son dudas. Hay algo que sí que tengo claro. Algo en lo que no coincidimos mi amiga Margari y yo. Para mí familia y amigo forman grupos diferentes. Una cosa es la familia y otra los amigos. A ella le gusta decir que los buenos amigos forman parte de tu familia. Y que los grupos pequeños de amigos forman pequeñas familias. Yo no lo creo así. Sin embargo, tengo la sensación (¿certeza?) de que ambos hablamos de lo mismo aunque lo definamos de diferente forma. Es algo así como lo que me decía mi padre: ¿y a ti qué te gusta más: el pan frito o la “rebaná”?

poquito a poco Margari,
poquito a poco
05 de marzo de 2008

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amigo es aquel que sabemos que siempre estará en el camino. Y esta certeza, sapiencia o fe hace que nos entreguemos a él o que lo acojamos sin miedo alguno.

Los demás son sustituibles por otros. Los amigos, no.