21 de abril de 2011

¿Palabras para todo?

Lo cruel es la sensación de que el tiempo te obliga a olvidar y tú no quieres hacerlo. Lo verdaderamente cruel del aquí y ahora es que el tiempo pasa e irremediablemente empiezas a sentirte mejor y empiezas a llenar tu vacío con nimiedades propias de otras vidas. Pero tú no quieres.

Lo cruel es darte cuenta de que a veces, más de cuatro veces, pasas un ratito sin recordar un olor, sin evocar alguna sensación de antaño, sin volver a sentir la felicidad antigua o el desconsuelo presente. Y te duele. Y te preguntas si no estás olvidando más de lo necesario, si no debieras resentir más de lo que resientes, sentir más de lo que sientes.

Es difícil vivir con la necesidad de estar más triste de lo que estás por miedo a poder traicionar el recuerdo de tu hijo. Sé que merecemos la felicidad más que nadie. Y me lo repito diariamente. Pero cuando llega, a cuentagotas, no la siento en todo su esplendor porque tengo el alma esposada, seguramente, por mí mismo.

Y es que quizás el problema sea más sencillo que todo esto. Tal vez, sea cuestión, simplemente, de dejar fluir y no buscar palabras para todo. Y reír cuando el cuerpo te pida reír, y llorar cuando el alma te pida llorar... ¿Pero qué hacer cuando el cuerpo te pide reír y el alma te pide llorar a la vez? ¿Puedo reír? ¿Debo reír? ¿Puedo llorar? ¿Debo llorar? ¿Me pongo límites?

Es difícil vivir en el alambre de los sentimientos sin resbalar siquiera.

Espero no volveros locos. O al menos, no definitivamente.


Hoy es un día
(senti)mentalmente lluvioso
Jueves Santo 21 de abril de 2011

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