9 de enero de 2008

Hijos e hijas sin manual de Instrucciones (IV). Hablemos de los castigos (parte 1)

Bueno, mejor hablemos de los reforzamientos, que queda más pedagógico, aunque lo que de verdad nos ocupe sea la aplicación de castigos, una parte de ellos. (¿cómo? ¿cuándo? ¿por qué?).

Como ya hemos dicho, los actos traen consecuencias y dependiendo de estas, los padres deberán o podrán: uno, no hacer nada; dos, reforzar positivamente la conducta del niño o niña; y tres, hacerlo negativamente.

Cuando queremos afianzar en el niño conductas elogiables, positivas, utilizamos para ellos reforzadores positivos. Lo lógico, lo que propone la literatura, es que estos reforzadores vayan de más a menos en cantidad. En cuanto a la tipología, lo correcto sería que empezáramos por reforzadores materiales (regalos del tipo golosinas, chocolatinas, juguetes sencillos, etc.), continuáramos por elogios abundantes así como contar las conductas correctas a otros adultos (¡sabes que ha recogido su cuarto como un campeón!) y que estos tiendan a desaparecer conforme se afiance la conducta. Ojo: el mantenimiento en el uso de reforzadores materiales no es del todo adecuado, ya que puede determinar, en exceso, la aparición de la conducta positiva (recojo mi cuarto si me compras un balón).

Cuando queremos inhibir conductas desadaptativas, es decir, que desaparezcan los malos hábitos o comportamientos en nuestros niños, podemos utilizar el castigo. Encontramos, a groso modo, dos tipos de castigos:
  • Castigo por presentación: darle un cate o sentarlo mirando al rincón, entre otros. Si toco un cable pelado (conducta) y me da calambre (reforzador negativo) me lo pensaré la próxima vez. Este es el principio imperante en este tipo de castigos. Se utiliza más para inhibir conductas peligrosas para el crío, muy arraigadas en sus hábitos diarios o especialmente molestas para otras personas.
  • Castigo por omisión: Se trata de suprimir algo que le gusta al niño: no sale a jugar con los amigos, no juega a la video-consola, no toma helado de postres, no va al cumpleaños de su amigo, etc. Bien utilizados son más eficaces que los anteriores, principalmente para aquellos comportamientos menos peligrosos o graves o lo que es lo mismo, para el quehacer diario de unos padres con sus hijos.
No obstante, existen una serie de principios o claves a tener en cuenta y que determinarán sobremanera el éxito o fracaso de nuestros reforzamientos y la desaparición o aparación de conductas según convenga. Esto, sin embargo, lo veremos en el próximo punto, que he hecho propósito de enmienda para el año nuevo y no quiero empezar colándome igual que terminé.

Por cierto, ¡Feliz 2008!
9 de enero de 2008

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