Felicidades, rubia mía. Trece maravillosos años a tu vera y aún en deuda contigo. Verte crecer feliz, con esa bendita cualidad que tienes de llenar cada lugar en el que reposas, me llena el pecho de orgullo. Y así, te contemplo a cada rato viendo cómo la bondad y la belleza pueden ser una, notando cómo la dulzura vive apegada siempre a esa sonrisa que me destroza, comprobando que tu mirada posee, desde y por siempre, la virtud de la respuesta.
El tiempo camina intrépido, a paso firme, convincente, por una calle. El miedo y la satisfacción esperan, aguardan, tras cubos de basura, batallando por tomar la estela del tiempo y acompañarlo en este transitar que no tiene pausa ni retroceso. Tú eres tú. Y ahí vas, decidida. Con todo por delante. Ofreciendo honradez y ternura. Llenando inhóspitos rincones de vida. Y yo soy yo. Un mar de dudas. Intentando encontrar el equilibrio entre sostenerte y lanzarte a este selva de cristal indomable que nos rodea. ¿Cómo hacerlo, entonces?
Vive tu vida, hija mia. Y no dejes nunca de sonreírme.
Te quiero millones, rubia mia. Te quiero hasta dar mi vida por ti sin dudarlo un instante. Así, literal.
¡¡Felicidades!!
Miércoles, 14 de agosto de 2024
No hay comentarios:
Publicar un comentario