17 de agosto de 2014

Una derrota segura.

Hoy sí - me digo. Hoy tengo que ser capaz de encontrar esas palabras de agradecimiento que tanto mereces. 

Me siento valiente y seguro en la mesa de la esquina del bar de siempre, con mi café humeante en la mano, con mi libreta que siempre me acompaña, con mi pluma, y reviso la intensidad de los momentos, ya prostituidos por mi memoria y mis ojos.

Todo iba y venía - recuerdo. Un sinfín de imágenes, aromas, sonidos, emociones... La piel se me eriza y mis lágrimas resbalan sorteando los pliegues de una cara sonriente y descontrolada. 

Todo era feliz - sintetizo. Todo es recuerdo feliz gracias a ti

Hay personas que poseen momentos y los regalan. Hay personas que te dan más de lo que les pides, a cambio de una sonrisa en un alma ajena, a cambio de verte feliz.

Hoy tomo café tranquilo resintiendo momentos que nos regalaste con la naturalidad de quien posee el don de la bonanza. Y busco en mí palabras aun desposeídas capaces de alcanzar las puertas de un corazón que no debiera envejecer nunca, de unos ojos capaces de vencer nervios visitantes con una hermosa mirada. Y todo, como quien no hace nada. 

No encuentro mejores manos que reciban a mis hijos - me sincero. 

Y entoces me resigno. Otra derrota más - asimilo. Cierro mi libreta. Guardo mi pluma por enésima vez. Pago mi café y me marcho.

Seguiré buscando palabras - me prometo; aun sabiendo que me enfrento a una derrota segura.

Amiga Katia, mil besos permanentes. 
Domingo 17 de agosto de 2014

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