Hoy echo de menos lo que nunca tuve. Me afano por recordar cosas que en mi vida no pasaron, sonrío a la sombra del árbol que nunca creció.
Hoy hace ya 7 años que murió mi Samuel (¡cómo pasa el tiempo!). Y ando en ese momento de disfrutar de la vida que labramos aquellos días de difícil digestión.
Y me doy cuenta que el 10 de septiembre, más que un día triste, es un día en el que enorgullecerme, enorgullecernos, de tantas cositas conseguidas. Es un día para ser agradecidos, para no cansarnos de dar las gracias a todos aquellos que tanto bien nos hicisteis en aquellos días, semanas, meses... de naufragio. Un día para pararte en seco, volver a secarte las lágrimas por enésima vez, y admirar el paisaje en movimiento de una vida trazada a fuego, a pasito lento, con mucho trabajito en cada metro avanzado, en cada piedra colocada en forma de sonrisa ofrecida.
Un 10 de septiembre más en el que convertir la tristeza en ganas de vivir feliz, porque nunca habrá mejor manera de honrarte a ti, hijo mío, y a tu memoria.
Y todo ello, echándote tantísimo de menos. Y todo ello sin entender nada de esta puta vida. Y todo ello pidiéndote perdón por tantas cosas...
Domingo 10 de septiembre de 2017
1 comentario:
Lolo de mis amores que fuerte os veo siempre y que débil me veo yo. #tequieromirey
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