Hoy los espejos no devuelven lágrimas de sola tristeza.
Las noches vuelven a guardar vida y los llantos esconden mil y un matices.
Me siento grande de nuevo porque soy responsable de tu sonrisa desintencionada.
Hoy, ahora, todo no se convierte en humo.
Esta mañana el sol trasmina destellos de alegría y mi vieja persiana ya no deja entrar la ausencia a casa.
Parece que hoy ya no será un día tan raro.
Estoy en un mundo diferente porque los ojos de mi mujer ya no piden permiso para brillar y yo he dejado de contar las horas para volver a soñar en mi cama.
A Katia por regalarnos
momentos inolvidables.
Muchas gracias.
Domingo 21 de agosto de 2011
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