El último año de mi vida ha sido más intenso que los 30 y pico anteriores. Son muchos los sentimientos que nos han visitado y con con mucha fuerza.
Hemos recibido mi señora y yo muchas muestras de cariño. Y muchas de ellas acompañadas de admiración incluso, por cómo estamos llevando estos momentos inllevables. Mi mujer y yo no somos especiales ni de una pasta especial. Sencillamente somos personas muy afortunadas por haber recibido la educación que hemos recibido, por haber mamado de dónde hemos mamado.
Aleccionados por la experiencia de vivir un acontecimiento similar un año antes, mi señora y yo tuvimos, desde el primer momento una cosa muy clara: dónde sea, los dos juntos. Y esa fue nuestra única premisa en todo esto. Reconocer el cadáver de nuestro hijo, hablar con médicos, despedirlo, llorarlo, hacer papeleos tan desagradables, firmar en el libro, negociar con la funeraria... todo juntos y de la mano.
Y el paso del tiempo nos viene dando la razón, poco a poco. Solo queríamos sentir tristeza. Ningún otro sentimiento. Ni culpabilidades, ni preocupaciones, incluso ni enfados ni miedos. Solo tristeza. Nos prometimos no hacernos preguntas sin respuestas, nos prometimos llorar juntos cada vez que lo necesitáramos, nos prometimos no correr.
Cuando la tragedia llama a tu puerta es bueno encararla de frente. Sentirlo todo. Hay que estar muy jodido para luego poder remontar el vuelo. Intentar enmascarar la realidad, rodearla, no sentirla en todo su desagarro no es más que hambre para mañana. Claro que duele mucho, pero es que tiene que doler.
La impaciencia no vale. El duelo hay que cerrarlo haciendo las cosas bien. Con muchas lágrimas en los ojos, con mucho llanto en el corazón, pero con tranquilidad, sin prisas. Toca estar triste mucho tiempo. Toca echarlo de menos. Toca joderte viendo a otros padres paseando con su carro. Toca imaginarlo de mayor. Tocar estar triste por lo vivido y por lo que no viviremos. Pero intentar salir a prisa y corriendo de tanta tristeza no puede ser bueno. Solo desde esta tristeza puede construirse una nueva vida. ¿Qué haces si no? Si alguien me dijera que encerrado en mi casa, de luto y llorando nos devuelven a nuestro hijo, creednos: mi mujer y yo pasaríamos así todo el tiempo que hubiera que pasar. Pero nuestro hijo murió un maldito 10 de septiembre. Y eso es inamovible.
Y ahora nos toca reinventarnos y luchar. Porque mi mujer y yo elegimos aquel día, en el crematorio, luchar por una felicidad que merecemos. Y esto lo vamos consiguiendo poco a poco. Con pasos tan cortitos que para muchos serán inapreciables, pero cada paso hace camino. Y cuando no tenemos ganas, cuando peor nos sentimos, cuando más vacías están nuestras vidas, nos ponemos algo en lo alto, llamamos a alguien y salimos a dar una vuelta. Tiramos de nuestro inerte cuerpo, con el único ánimo de que si la felicidad no viene, iremos a por ella. Sonriendo sin ganas, cenando sin ganas, viviendo sin ganas... pero sabiendo, que algún día, todo eso volverá.
Cuando tu hijo fallece, cuando a tu alrededor todo es inoportuno, cuando la sonrisa de alguien te molesta, cuando la ausencia es el todo, se ponen a prueba todos tus cimientos, te das cuenta de si las patas que sujetan tu vida son fuertes, vigorosas. Y ahí, mi mujer y yo, solo podemos sentirnos tranquilos, orgullosos, satisfechos y afortunados. Nuestros familiares, nuestros amigos, nuestro amor mutuo y la lección que nuestro hijo nos dio cada minuto de su corta vida es motivo suficiente para luchar por ser cada día un poquito más felices, ¿no os parece?
Samuel se fue. No está en ningún sitio. Ni estará nunca. Ya solo tenemos su recuerdo. Lo único que nos queda. Pero suficiente para sentir que lo que no pudo ser con él, podrá ser con sus futuros hermanos y hermanas. Cada uno, con un trocito de nuestro primogénito.
Ahora sé lo que me quieren mis padres. Ahora sé lo que Samuel nos quería.
Comadre, estoy orgulloso de ti.
Aprender es esto. Madurar es esto .
De frente.Siempre de frente.
Siempre juntos.
Lunes 6 de diciembre de 2010
1 comentario:
Lolo, os admiro!!! Os doy un abrazo muy muy fuerte, de todo corazon.
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