Hace 60 días, dos meses, marchábamos de la mano. Mi mujer y yo. Yo y mi mujer. Junto con nuestra gente necesaria. Terminaba nuestro presente y empezaba nuestro pasado. Salíamos, por aquel entonces, por la puerta del crematorio de Coria el Río, cuando ya nuestro hijo no estaba en ningún lado, o en todos quizás, y mi mujer, mientras me daba uno de sus abrazos reparadores, me susurró entrecortada al oído: "Ya estamos en la pista de despegue".
Siempre se puede elegir luchar o hundirse. Siempre.
No permitan que el destino elija.
Esposa, hoy,
uno más uno son tres,
¿a que sí?
... como la trucha al trucho.
Miércoles 10 de noviembre de 2010
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