Llegó ese pellizco en el pecho que de nada depende y a todo se debe. Un pellizco acompañado de soledad, de suspiros que expulsan la tristeza de quien llora lágrimas secas mientras sonríe a la vida, como el mimo que espera una muestra de gratitud con el frío en los bolsillos. Vuelven esos gritos sin eco que desde las vísceras parten a ningún lugar, sin atravesar pulmones ni garganta. Hay demasiada vida en mí para recordar con tristeza el mejor día, me digo mientras mis ojos se inundan de recuerdos.
25 de junio. Siento igual que ayer, pero no puedo evitar que hoy sea un día diferente; distinto a los demás.
Martes 25 de junio de 2013
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