Ayer noche me asomé a la ventana y busqué la Luna. Allí, esperaba encontrar algunas respuestas a tantas preguntas inevitables. Pero mis labios susurraron verdades sin encontrar oídos interesados.
Esta noche me he sentado en el bordillo de mi casa y he vuelto a mirar la Luna. Mis ojos buscaban colores alegres, pero mis ojos encontraron pupilas avergonzadas escondidas entre paisajes en blanco y negro.
Mañana me sentaré en mi butaca y esperaré aparecer, de nuevo, la Luna. Mi corazón, entonces, buscará consuelo y alivio entre cristales punzantes. Y la Luna decidirá si acudir a su cita o no. Es ella la que siempre decide.
Porque yo, todas las noches, estaré esperándote Luna. Quiero, necesito, ver tu lado oculto. Estoy convencido de que ese es el único lugar en el que no existen toboganes sin niños.
Algo tendrá la Luna,
cuando todo el mundo la mira.
Lunes (santo) 18 de abril de 2011
1 comentario:
Yo... nunca busco La Luna, ella me encuentra...
¿Todo el mundo la ve?
¿Todo el mundo la mira?
Esta mañana cuando me he levantao, 6.30 h, lo primerito que he hecho ha sido subir la persiana para comprobar con mis propios ojos si el tiempo se encapricharía de diluviar sobre la ilusión de mi Carolina por hacer su "mini estación de penitencia" con su Hermandad Trianera. Y me encuentro con ella, enorrrrrrme, redonda, deslumbrante, con un blanco destellante, convenciendome de que no... hoy no se le antojaría.
Aaaayyyy, La Luna... Mi Luna...
Presunta culpable... ¿Será su lado oculto el causante?
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