La vida está llena de momento diseñados para ser vividos, sentidos. Caricias que al compás de un tres por cuatro adornan tu vida con más importancia de las que en el momento justo supiste darles.
Y hoy la lejanía relativa de aquellos sentimientos te despeja las retinas y te advierte detalles demasiado pesados para ser apartados por cualquier viento pasajero.
Es entonces cuando revives en tercera persona lo que un día sufriste en segunda. Y es ahí donde la tempestad se vuelve calma y tus ojos descifran el jeroglífico de sentimientos que tu corazón no atinaba a agasajar. La tristeza era demasiada tristeza para caber en corazones humanos. Todo lo demás caía desbordado como el agua del primer vaso que llenamos cuando niños. Simple cuestión de espacio y tiempo.
La mirada va de un lado a otro mientras el corazón se queda. Las palabras juegan con las esquinas del viento mientras la tristeza cae con aplomo, como ancla en suelo marino.
Y ni siquiera en esos momentos sentí frío...
A mi madre,
que siempre tiene la manta preparada.
que siempre tiene la manta preparada.
Te quiero mamá.
Sábado (santo) 23 de abril de 2010
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