Me llamó. Me necesitaba. Necesitaba algo que podía darle. Entre todos me llamó a mí. Pensaba que yo podría ayudarla. Fui sin pensarlo. No lu dudé. Sin preguntas, sin excusas, sin juicios, sin creerme nadie para valorarla. Ella necesitaba comprensión y la tuvo. Yo necesitaba mucho más y lo tuve. Ella creía que le ayudaba; no sabía que era ella la ayudante y yo el ayudado. Quizás, nos ayudamos mutuamente. Y mientras tanto, tú estabas a la sombra, comprendiéndome, esperándome, sin preguntas, sin excusas, sin juicios, sin creerte nadie, en tu sitio, siempre en tu sitio. ¡Joder, cuánto aprendí ese día!¡Joder, cuán afortunado soy!
Para los afortunados
Piensan en mí, luego existo
(frase extraída de La Sombra del Viento)
12 Septiembre 2006
No hay comentarios:
Publicar un comentario