Te prometo, hijo mío, que si alguien me preguntara cómo comenzamos a caminar no sabría aún qué responder. Es difusa la mente cuando el corazón está repleto de emociones y sentimientos. Es difuso, como siempre, el corazón cuando la mente intenta abrirse huecos entre raciocinios irreverentes e innecesarios.
Quizá, paradójicamente, conseguimos empezar a caminar quedándonos quietos, pausando el mundo que decoraba nuestra (in)existencia. Tal vez, robamos el tiempo y lo congelamos. Igual, guardábamos horas y minutos, días también, en el cajón de lo que no quieres perder pero tampoco necesitas ni necesitarás nunca.
Te confieso hoy, de nuevo, a riesgo de ser reiterativo y pesado, que quince años son muchos años sin verte, hijo mío. Que quince años son muchos años necesitando verte, queriendo volver a verte. Que caben muchas preguntas y que hay demasiados besos en el aire que nunca encontraran destino en este tiempo.
Te prometo, hijo mío, también, que lo estamos consiguiendo
Y te confieso que no quiero conseguirlo. Que tengo miedo.
"Y la vida siguió
como siguen las cosas
que no tienen mucho sentido.
Una vez me contó,
un amigo común que la vio
donde habita el olvido"
"Donde habita el olvido"
(Joaquín Sabina, 1999)
Miércoles 10 de septiembre de 2025.
1 comentario:
Tantos años sin tenerlo y a la vez tú nos haces que esté tan presente. Te quiero mucho
Publicar un comentario