19 de julio de 2006

La pescadilla que se muerde la cola

¿Y si nos pusiéramos en el lugar del otro? Y si antes de actuar nos pararamos a pensar: ¿qué hubiera hecho yo en su lugar?

Hace tiempo que me ronda esta idea por mi cabeza y tras la lectura de "Aprender a convivir" de Jose A. Marina este pensamiento se ha reavivado. Cada vez con más fuerza creo que ahí puede estar una de las claves para mejorar la convivencia. Usamos siempre diferentes raseros para medir. Si lo hago yo, tengo diez mil excusas, cada una mejor y más válida para quitarme la responsabilidad del acto y culpar, preferentemente, a algo fuera de mi control. Sin embargo, si lo hace otro ya no somos tan piadosos. Ya no vale la compasión. Se merece un buen castigo. Y es que estamos educados para ver antes la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio... y así nos va.


La empatía o capacidad para ponernos en el lugar de otra/s persona/s e intentar sentirnos como ellos se sentirían en un momento dado no es una capacidad innata en el ser humano. No nacemos sabiendo y mucho menos nacemos siendo empáticos. Es una capacidad que debe ser enseñada tanto o más que aprender las capitales de Europa o la tabla periódica de los elementos.


Tenemos, a mi parecer, la nefasta costumbre de no educar los sentimientos de la personas y creamos familias en las que conviven perfectos desconocidos. Hablar abiertamente de los sentimientos de uno en una situación concreta o saber escuchar cuando otra persona tiene la necesidad de ser escuchada deberían formar parte del manual para la buena convivencia, pero no estamos educados para tal fin.


Nuestra sociedad, nuestro modelo educacional (familia, escuela y demás agentes) crea seres competitivos, desconfiados, individualistas porque el día de mañana estas cualidades le serán muy válidas para desenvolverse en la sociedad que les toque vivir. Y al final estamos ante la pescadilla que se muerde la cola: una sociedad que crea estos individuos y unos individuos que crean esta sociedad.


Hoy, el todo es también la suma de las parte. ¡Cuántas cosas nos estamos perdiendo!

Reflexiones tras leer
"Aprender a convivir" de Jose A. Marina
(Hay libros que deberían ser obligatorios)
19 julio 2006

1 comentario:

Anónimo dijo...

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